Podium
En este episodio de "Yo debería ser flaca", tengo el honor de conversar con una mujer excepcional que celebra la vida con todo su cuerpo: Nataly Ortegón, activista por la liberación y diversidad corporal. Su contenido en redes sociales tiene algo especial, supe qué era conversando con ella: su inquebrantable decisión de vivir plenamente, siendo exactamente quien es.Nataly nunca pensó que su cuerpo debía ser diferente ni que necesitaba perseguir una elusiva mejor versión que no llega. Tampoco permitió que su brillo se apagara por las críticas hacia su apariencia. Nataly no hace una apología a la gordura, como podrían insinuar sus detractores; a ellos les responde con claridad: "Hago una apología a la existencia".
En este episodio del podcast Yo debería ser flaca exploro la curiosidad, un recurso que a menudo subestimamos o reservamos exclusivamente para los niños. No obstante, la curiosidad es clave para el crecimiento personal, ya que nos empuja a cuestionar nuestras creencias limitantes y aventurarnos en territorios desconocidos. Nos abre a un aprendizaje continuo que amplía nuestras perspectivas y nos hace más flexibles ante el cambio. Al cultivar una mentalidad curiosa, no solo nos descubrimos a nosotros mismos, sino que también desarrollamos nuevas habilidades. Además, la curiosidad fortalece nuestra resiliencia, ayudándonos a ver los desafíos como oportunidades para crecer y mejorar.
En este episodio del podcast "Yo debería ser flaca" profundizo en el tema del comer emocional. A menudo se piensa que comer no debería estar vinculado a las emociones, pero esto solo se convierte en un problema cuando la comida es nuestra principal y más frecuente herramienta para manejar las emociones. Si recurrimos a la comida como nuestro primer y único recurso frente a emociones difíciles - ansiedad, miedo, frustración, ira - es probable que nos sintamos fuera de control. Sin embargo, este episodio también busca reivindicar el lugar legítimo de un comer emocional que puede ser funcional y saludable. Cuanto más comprendamos esta perspectiva, más podremos utilizar la comida como un regulador emocional de manera consciente y efectiva, integrándola a una caja de herramientas para gestionar nuestras emociones de forma equilibrada.