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Hoy es 4 de diciembre, una fecha más para todos ustedes, pero para muchos andaluces nuestro Día nacional. Recordamos y festejamos un día en el que cientos de miles de andaluces nos echamos a la calle pidiendo libertad, autogobierno, pleno, igualdad, justicia social y solidaridad. Ahí siguen las lacras, los vicios que minan el bienestar común y las ilusiones de entonces, las ganas de cambiar y de construir una Andalucía distinta, una Andalucía nueva, lejos de sus estereotipos, de sus tradiciones exageradas y de sus tradiciones inventadas. Uno cree que aquella fuerza del 4 de diciembre se desperdició y los recuerda con una cierta añoranza y no deja de caerle por el ojo una pequeña lagrimita. Pero no nos rendiremos.
Xavier Vidal-Folch reflexiona sobre las promesas en política y cómo los partidos políticos deben hacerse cargo de ellas.
No sé a estas horas si la epidemia de peste porcina, allí entre los jabalís de la Collserola, está ya controlada. Ojalá que sí. El cerdo ha sido la despensa andante de este país que tanto conoció la pobreza y -gracias al cerdo- no conoció tanto el hambre. Ojalá, sí, que al pensar en cochinos no pensemos en ningún Ábalos, sino en el animal que nos salvó la vida. Y así salvemos al hermano cerdo de la peste.
El PSOE avanza en los guiños a Junts y encarrila con ellos y el PP la ley contra la multirreincidencia. El debate público ha mutado y ha mutado claramente. Ya no se señala como anomalía que alguien pacte con Puigdemont. Ahora, de hecho, los pactos ya no se dice de forma acusatoria que se hacen con Puigdemont. Junts, un actor normalizado de la vida política española. Cataluña, con los niveles más bajos de apoyo a la independencia de la última década. De eso iba la ley de amnistía y todos disfrutan de sus consecuencias.